28.10.09

DESEMBOCANDO EN EL ERROR.



Ya dije antes que la Prensa suministraba la mejor y mayor antología de errores, gazapos y meteduras de pata en esto del Lenguaje.


Guardo lo que, por azar, me choca a la vista cuando ojeo (y hojeo) la prensa local (fines de semana, Prensa nacional).


Y he de reconocer que son un primor. Todas.

Esta nota de prensa la he encontrado, por azar, entre el desbarajuste de anotaciones, recortes, páginas y editoriales que duermen el sueño de los justos entre el polvo porque "siempre hay algo más importante que hacer".

Bueno, pues hoy era lo más importante poner orden en ese batiburrillo de celulosa y me he topado con ella.

El desafío, si es que procediera, sería el de encontrar una falta ortográfica entre esas veintidós líneas... pero salta a la vista.

Por esa razón me pregunto: Si salta a la vista, ¿cómo es que no le ha saltado lo mismo al corrector de galeradas del diario antes de mandarlo a la prensa, casi, casi, hasta el punto de dejarlo tuerto?

Supongo que debe ser la LOGSE, las prisas o el analfabetismo funcional... pero ahí está.

Y además, posiblemente, archivada para la memoria durante años en la hemeroteca del diario en cuestión.

¡País...!

16.4.09

¡CABREAROS, ...!

Nunca me sorprende encontrar errores en publicaciones destinadas al “consumo general”.
Pero cuando tropiezo con un gazapo en una revista educativa, en un editorial escrito por alguien con formación académica, me choca bastante.
A ver, que no es que alguien esté libre de pecado, no. Todos tenemos vicios y cometemos errores, pues personas "semos". Pero me llama la atención, ya digo.

En este caso, el autor comete un error muy generalizado; confundir un imperativo seguido de “os” como si de un vulgar infinitivo se tratase.
A poco que escuchemos en la calle, en el bar, en el transporte… en el aula, no es difícil oír frases del tipo “comer rápido, que tenemos que…”, “pasar un folio a vuestros compañeros…”, “seguir leyendo por donde nos quedamos…”.
Y es que es algo tan difundido que a veces solemos verlo como lo más natural del mundo.

Pues no; el imperativo existe para ser usado, no para ser sustituido.
Y aquí (y en Roma), la forma “vosotros” del imperativo, seguida de “os” pierde la “de” final (no la “r”, que nunca la llevó ese tiempo verbal) para enlazar con la “os”.
O sea, de “marchad” (no marchar, claro), se desemboca en marchaos. De hablad (no “hablar”) provendría “hablaos”.
Sólo hay una excepción: de “id” (no “ir”) se deriva “idos”, no “íos”.

Por cierto, que en el recorte hay otra falta ortográfica muy común. Un pronombre – o adjetivo – interrogativo precedido de la preposición “por”. Búscalo, tú que lees estas letras. Si la encuentras, ¡premio! Si no, mala suerte.
E interioriza que no es lo mismo pregunta que responder.